Lista egocéntrica, auto revisionista, biográfica y de referencia propia o compartida con algunos. Pero bueno es mi blog y así me lo guiso y así lo escribo. La camiseta, quizás la prenda más consumida, ese trozo de ropa con la que simpatizamos toda nuestra vida al margen de tallas, colores, roturas varias, líquidos y excreciones vertidas. Y es que hay camisetas que las usamos hasta quemarlas, visten un periodo de nuestra vida y un día, sin más, quizás dejan de ser tan importantes. Es la ley de la vida, y hasta las camisetas son abandonadas como trapos, lo que nunca dejaremos que sean por cierto, puesto que ocuparán un lugar en ese santuario llamado armario de cosas que quizás un día necesito pero que ahora, ahora, no.
Allí van mis retales favoritos...
1- Camiseta de Elvis Presley.
Adquirida en una tienda ya desaparecida arriba de Las Ramblas. Con apenas 10-12 años obligué a mi madre a comprarme una camiseta con la imagen de mi nuevo y venerado ídolo. Así que tuvimos que ir a una tienda de impresión donde la dependienta era un punki con reminiscencias ochenteras que todavía se pregunta que hacíamos allí. Después de tantear diversas postales me decidí por una foto clásica de un joven Elvis de perfil mostrando su tupé y su atractivo irresistible. La chica no daba mucho crédito a sus ojos y preguntó para quien era. Al descubrir que era para mi, que la miraba con ojos de marciano, no pudo menos que sonreír y lamentar que no todos los niños fueran así (¿uno de primeros contactos con la extrañeza personal?). El resultado fue una camiseta impecable, blanca y con la foto centrada, aunque bastante grande, por eso del que no hay tallas y además se te va quedar pequeña en nada. Pero bueno, tenía lo que quería y fue una de mis primeras autoafirmaciones. ¡Molaba!.
Aunque no lo vieron del mismo modo muchos de mis compañeros de la escuela, que incluso llegaron a preguntar quien era ese de la foto,”¿Quién es? ¡Hereje! Cien latigazos y tres Jailhouse Rock como penitencia”, pero bueno, lo llevé bastante bien ante el ataque de los camiseteros de Roxette o Bon Jovi. Elvis les perdone.
Lejos de ser abandonada a las primeras de cambio, continuó conmigo a medida que yo me agrandaba y ella se encogía, usándola hasta la saciedad (hay que ver que calidad las camisetas de la punki esa). Y con ya pasados los 20 se transformó en una camiseta entallada que me quedaba como un guante y seguía despertando comentarios enfrentados, pero hay que ser fiel a una religión y no tener miedo en quien crees. Elvis seguirá siendo mi primer amor y religión, y esa camiseta mi primer devocionario.
Hoy en día todavía sigue conmigo y si un día me veis con ella, inclinaros de rodillas y rezad conmigo: “Just take a walk down lonely street to heartbreak hotel”. Amén.
2-Camiseta negra con estrella.
En una tarde de vagabundeo tardo adolescente, me hice con esta camiseta en una tienda de ropa paramilitar del centro de Barcelona. Era tan sobria como atractiva, negro teñido con una enorme estrella en el centro, un poco parecida a las que hacia poco llevaban The Smashing Pumpkins pero con el símbolo en rojo. Lo original de esa camiseta fue el corte extraño que tenía al ser militar, era casi elástica y se adaptaba como un guante a un cuerpo en pleno apogeo deportivo, probada y comprada.
Y vaya si me gustó, se convirtió, por casualidad o reiteración, y como si su condición paramilitar lo anunciara, en el principal uniforme de batalla para las noches más largas que jamás viviré, y cada uno de sus hilos está llenos de humo, vasos vertidos, anécdotas y algún suelo de discoteca. Pero sobrevivió y yo, a veces.
Siempre me han gustado las estrellas revolucionarias porque me las hago mías, cada uno puede defender su propia revolución, y no dejar que pisen tus zapatos de gamuza azul es la primera. Estar en contra de lo que es porque sí y cuestionar sin pertenecer a nadie (desconfiad de los que pertenecen a algo) sólo autorevolución, “A riot of my own” cantaban The Clash. Esa es la actitud.
Dicha camiseta se ha ido tornando en un extraño verde oscuro al cabo de los años y de las eternas lavadoras que ha pasado, seguramente por perder el tinte, y ha perdido su rigidez, pero no así la estrella, que continua allí luciendo.
White riot, I wanna riot, white riot, a riot of my own...
3- Camiseta con una cita de Oscar Wilde
¿Quién dijo que en el deporte no se puede hallar la cultura? Jugando a Baloncesto, fuimos a un campo contrario y cuando tuvimos que entrar en los vestuarios, antes ocupados por un equipo femenino creo recordar, me encontré con lo que parecía una camiseta ya gastada abandonada en un colgador, movido por el aburrimiento y la curiosidad decidí descolgarla.. “Sé resistir a todo menos a las tentaciones” ¿Qué? ¿Cómo? ¿Una camiseta de Oscar Wilde en un vestuario? Pese a estar sudada la guardé en mi bolsa y, tras pasarla por lavadora, comprobé que me quedaba perfecta. Ya tenía otra gran camiseta en mi colección.
Oscar Wilde demuestra el hedonismo más trasnochado, el goce de la vida sin perder el arte de la conversación y la inteligencia, y sus citas son de las más originales, tenerle en mi camiseta daba un toque culto pero divertido a mi camiseta, puesto que tampoco se podía leer con tanta facilidad. Además era una buena forma de acercar a una chica para que la leyera. Puesto que se puede ser como el gran Oscar, se puede salir, ser trivial, emborracharse o superficial sin dejar de ser inteligente o recurrente. No es importante a qué te acercas sino cómo te acercas, para un asno un Picasso será siempre un trozo de tela, pero para Oscar Wilde cualquier elemento podía despertar algún interés. Ese es el camino.
Porqué todos tenemos tentaciones, es mejor dejarlo claro y ponerlas sobre la mesa, esa camiseta dejaba claro es noches eternas que nadie se escapa de los placeres y que es mejor admitirlo. La verdad por delante y las tentaciones por todas partes.
Oscar Wilde dixit. I wear it.
4- Camiseta negra con el plátano de la Velvet Underground.
“A buen entendedor, pocas palabras bastan” dijo un buen amigo mio al ver esta camiseta por primera vez y todavía sin conocernos. Puesto que es una camiseta con mensaje cifrado que no todos pueden ver. La camiseta es negra (¿como no?) con el simple plátano que ilustra la portada del primer disco de The Velvet Underground, siendo además un diseño de Andy Warhol. Pero ni una referencia a la banda o al artista.
Usada también hasta la extenuación, tanto en batallas nocturnas como desfiles diarios, es una de las mejores maneras para descubrir qué tipo de relación/conversación para tener con alguien. Por ejemplo, si alguien te dice, “¿Un plátano? ¿Es un símbolo tuyo? Hehe”, significa que esa persona piensa demasiado en el sexo y debería escuchar más música. Mientras que el que te dice que le encanta ese disco, es que tiene buen gusto y que quizás podremos hablar, aunque también puedo equivocarme. De todos modos odio cuando la gente se ríe del plátano. No lo hagáis.
Puesto que declararse seguidor de la Velvet no es simplemente simpatizar con uno de las mejores bandas de la historia de la música sino hacerlo con toda una escena y una historia. Sin la Velvet no se entendería la mitad de la música alternativa que escuchamos hoy, y su estilo, estética y actitud ha marcado al más pintado.
El plátano es ir en contra de la insipidez de la manzana, el exceso de la sandía y la complejidad del Kiwi, es sabroso, tierno, erótico, enriquecedor y solo necesitas sacar la piel para descubrir lo que hay dentro... bueno, quizás sí sea un símbolo mio.
5- Polo Fred Perry
Es polo y no camiseta pero aceptamos barco porque tampoco haré una lista de polos. Este polo llegó por casualidad a mis manos en una época de mi vida en la que empecé a engullir reggae clásico como un loco. Y me encantó desde el principio. El polo me queda como debe quedar un Fred Perry, un poco ajustado al cuerpo y con las mangas bastante arriba.
Uno no quiere serlo, pero te obligan, decía con otro amigo. Durante años se ha relacionado este polo con la estética skinhead (skinhead original, que no fascista ni maquinera, leed más) o al movimiento mood. Y a veces quieres empezar a destrozar cosas, a insultar a personas o a simplemente recordar que no estás de acuerdo con muchas ganas, a ser un poco punki (que no es llevar cresta ni un perro patán), y es que nos obligan a ello. Y para ello está un Fred Perry mucho mejor que una camiseta del desgastado Ché. Así es.
Fred Perry es no abandonar tus ideales dándole un toque de elegancia, es saber que estás rodeado de cretinos pero sin aspavientos, puesto que la revolución no empieza en la cama sino en la camiseta que llevas.
Allí van mis retales favoritos...
1- Camiseta de Elvis Presley.
Adquirida en una tienda ya desaparecida arriba de Las Ramblas. Con apenas 10-12 años obligué a mi madre a comprarme una camiseta con la imagen de mi nuevo y venerado ídolo. Así que tuvimos que ir a una tienda de impresión donde la dependienta era un punki con reminiscencias ochenteras que todavía se pregunta que hacíamos allí. Después de tantear diversas postales me decidí por una foto clásica de un joven Elvis de perfil mostrando su tupé y su atractivo irresistible. La chica no daba mucho crédito a sus ojos y preguntó para quien era. Al descubrir que era para mi, que la miraba con ojos de marciano, no pudo menos que sonreír y lamentar que no todos los niños fueran así (¿uno de primeros contactos con la extrañeza personal?). El resultado fue una camiseta impecable, blanca y con la foto centrada, aunque bastante grande, por eso del que no hay tallas y además se te va quedar pequeña en nada. Pero bueno, tenía lo que quería y fue una de mis primeras autoafirmaciones. ¡Molaba!.
Aunque no lo vieron del mismo modo muchos de mis compañeros de la escuela, que incluso llegaron a preguntar quien era ese de la foto,”¿Quién es? ¡Hereje! Cien latigazos y tres Jailhouse Rock como penitencia”, pero bueno, lo llevé bastante bien ante el ataque de los camiseteros de Roxette o Bon Jovi. Elvis les perdone.
Lejos de ser abandonada a las primeras de cambio, continuó conmigo a medida que yo me agrandaba y ella se encogía, usándola hasta la saciedad (hay que ver que calidad las camisetas de la punki esa). Y con ya pasados los 20 se transformó en una camiseta entallada que me quedaba como un guante y seguía despertando comentarios enfrentados, pero hay que ser fiel a una religión y no tener miedo en quien crees. Elvis seguirá siendo mi primer amor y religión, y esa camiseta mi primer devocionario.
Hoy en día todavía sigue conmigo y si un día me veis con ella, inclinaros de rodillas y rezad conmigo: “Just take a walk down lonely street to heartbreak hotel”. Amén.
2-Camiseta negra con estrella.
En una tarde de vagabundeo tardo adolescente, me hice con esta camiseta en una tienda de ropa paramilitar del centro de Barcelona. Era tan sobria como atractiva, negro teñido con una enorme estrella en el centro, un poco parecida a las que hacia poco llevaban The Smashing Pumpkins pero con el símbolo en rojo. Lo original de esa camiseta fue el corte extraño que tenía al ser militar, era casi elástica y se adaptaba como un guante a un cuerpo en pleno apogeo deportivo, probada y comprada.
Y vaya si me gustó, se convirtió, por casualidad o reiteración, y como si su condición paramilitar lo anunciara, en el principal uniforme de batalla para las noches más largas que jamás viviré, y cada uno de sus hilos está llenos de humo, vasos vertidos, anécdotas y algún suelo de discoteca. Pero sobrevivió y yo, a veces.
Siempre me han gustado las estrellas revolucionarias porque me las hago mías, cada uno puede defender su propia revolución, y no dejar que pisen tus zapatos de gamuza azul es la primera. Estar en contra de lo que es porque sí y cuestionar sin pertenecer a nadie (desconfiad de los que pertenecen a algo) sólo autorevolución, “A riot of my own” cantaban The Clash. Esa es la actitud.
Dicha camiseta se ha ido tornando en un extraño verde oscuro al cabo de los años y de las eternas lavadoras que ha pasado, seguramente por perder el tinte, y ha perdido su rigidez, pero no así la estrella, que continua allí luciendo.
White riot, I wanna riot, white riot, a riot of my own...
3- Camiseta con una cita de Oscar Wilde
¿Quién dijo que en el deporte no se puede hallar la cultura? Jugando a Baloncesto, fuimos a un campo contrario y cuando tuvimos que entrar en los vestuarios, antes ocupados por un equipo femenino creo recordar, me encontré con lo que parecía una camiseta ya gastada abandonada en un colgador, movido por el aburrimiento y la curiosidad decidí descolgarla.. “Sé resistir a todo menos a las tentaciones” ¿Qué? ¿Cómo? ¿Una camiseta de Oscar Wilde en un vestuario? Pese a estar sudada la guardé en mi bolsa y, tras pasarla por lavadora, comprobé que me quedaba perfecta. Ya tenía otra gran camiseta en mi colección.
Oscar Wilde demuestra el hedonismo más trasnochado, el goce de la vida sin perder el arte de la conversación y la inteligencia, y sus citas son de las más originales, tenerle en mi camiseta daba un toque culto pero divertido a mi camiseta, puesto que tampoco se podía leer con tanta facilidad. Además era una buena forma de acercar a una chica para que la leyera. Puesto que se puede ser como el gran Oscar, se puede salir, ser trivial, emborracharse o superficial sin dejar de ser inteligente o recurrente. No es importante a qué te acercas sino cómo te acercas, para un asno un Picasso será siempre un trozo de tela, pero para Oscar Wilde cualquier elemento podía despertar algún interés. Ese es el camino.
Porqué todos tenemos tentaciones, es mejor dejarlo claro y ponerlas sobre la mesa, esa camiseta dejaba claro es noches eternas que nadie se escapa de los placeres y que es mejor admitirlo. La verdad por delante y las tentaciones por todas partes.
Oscar Wilde dixit. I wear it.
4- Camiseta negra con el plátano de la Velvet Underground.
“A buen entendedor, pocas palabras bastan” dijo un buen amigo mio al ver esta camiseta por primera vez y todavía sin conocernos. Puesto que es una camiseta con mensaje cifrado que no todos pueden ver. La camiseta es negra (¿como no?) con el simple plátano que ilustra la portada del primer disco de The Velvet Underground, siendo además un diseño de Andy Warhol. Pero ni una referencia a la banda o al artista.
Usada también hasta la extenuación, tanto en batallas nocturnas como desfiles diarios, es una de las mejores maneras para descubrir qué tipo de relación/conversación para tener con alguien. Por ejemplo, si alguien te dice, “¿Un plátano? ¿Es un símbolo tuyo? Hehe”, significa que esa persona piensa demasiado en el sexo y debería escuchar más música. Mientras que el que te dice que le encanta ese disco, es que tiene buen gusto y que quizás podremos hablar, aunque también puedo equivocarme. De todos modos odio cuando la gente se ríe del plátano. No lo hagáis.
Puesto que declararse seguidor de la Velvet no es simplemente simpatizar con uno de las mejores bandas de la historia de la música sino hacerlo con toda una escena y una historia. Sin la Velvet no se entendería la mitad de la música alternativa que escuchamos hoy, y su estilo, estética y actitud ha marcado al más pintado.
El plátano es ir en contra de la insipidez de la manzana, el exceso de la sandía y la complejidad del Kiwi, es sabroso, tierno, erótico, enriquecedor y solo necesitas sacar la piel para descubrir lo que hay dentro... bueno, quizás sí sea un símbolo mio.
5- Polo Fred Perry
Es polo y no camiseta pero aceptamos barco porque tampoco haré una lista de polos. Este polo llegó por casualidad a mis manos en una época de mi vida en la que empecé a engullir reggae clásico como un loco. Y me encantó desde el principio. El polo me queda como debe quedar un Fred Perry, un poco ajustado al cuerpo y con las mangas bastante arriba.
Uno no quiere serlo, pero te obligan, decía con otro amigo. Durante años se ha relacionado este polo con la estética skinhead (skinhead original, que no fascista ni maquinera, leed más) o al movimiento mood. Y a veces quieres empezar a destrozar cosas, a insultar a personas o a simplemente recordar que no estás de acuerdo con muchas ganas, a ser un poco punki (que no es llevar cresta ni un perro patán), y es que nos obligan a ello. Y para ello está un Fred Perry mucho mejor que una camiseta del desgastado Ché. Así es.
Fred Perry es no abandonar tus ideales dándole un toque de elegancia, es saber que estás rodeado de cretinos pero sin aspavientos, puesto que la revolución no empieza en la cama sino en la camiseta que llevas.